sábado, 17 de julio de 2010

II ETAPA DEL CAMINO DE MIGUEL: LAS CINCO MAGNÍFICAS


2ª etapa: Triacastela-Sarria (18,5 kms.)

"Más tostadas y más Cola cao. Hay dos opciones de hacer esta etapa: por San Xil, que es muy bonita, o por Samos, que tiene un monasterio, es más bonita aún y hay que andar 6 kilómetros más. Me decido… por San Xil. Llueve a cántaros. Es el único día de los siete. Otros dos cayó chirimiri, y el resto soleado.

Chubasquero y pantalón de lluvia. Subida por caminos embarrados. Al llegar a la Fonte dos Lameiros, paro para descansar cinco minutos. Llegan las almerienses. Os las presento: a Mar le gusta la película 'Aterriza como puedas'. Presen analiza la vida (y muerte) de las babosas. Mari Carmen sabe mucho sobre la coloterapia de las vacas. María del Mar estudia cómo afecta no llevar mochila en la espalda al desarrollo del Camino y Marisa es especialista en llevarse cortes de los demás. Ya en serio: son las cinco magníficas. El complemento perfecto para una aventura de este tipo.

Parada en el bar Caso do Franco, en Furela. Recomendable. Pídanse la empanada de ternera con cebollita dulce y pimiento rojo -y una rodaja de chorizo, que yo quitaría-. Entre risas, el trayecto se hace rápido. El primer albergue que aparece nada más llegar a Sarria es el que tengo reservado: A Pedra. Lo recomiendo. Jose, el dueño, es encantador. De hostalero está esos días un brasileño, Rafael ‘de la tierra’, bautizado así cuando se le presenta a María del Mar.

El albergue tiene bar contiguo y Rafael se sienta con los clientes y hace trucos de magia con sus cartas. Otro personaje singular y que merece la pena conocer. Almuerzo en un bar junto al río Sarria, precioso, con pequeñas cascadas de agua. La comida, normalita. Debo regresar a Triacastela en un taxi para recuperar un pantalón que dejé olvidado en el albergue. La broma, 22 euros. También tenía mi diario y datos sobre el Camino y el viaje de vuelta en avión. Olvidarme de algo es habitual en mí.

Cuando llego, tapita en un bar, son casi las once de la noche y en el bar del albergue, aunque la cocina está cerrada, me preparan un bocadillo de tortilla francesa con queso fundido. Y a dormir. Eso sí, en una habitación con sólo tres personas más -no con 50, como en la mayoría de los albergues-. Son Javi burgalés que vive en Valencia, al igual que el barcelonés Santi, y Elena, de Baracaldo."


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